Sacerdote jesuita y profesor de teología ha dedicado varios años de su vida al estudio y la enseñanza de la teología tanto fuera como dentro del país. Desde su experiencia considera que el apostolado intelectual se conjuga y exige la cercanía de gente y la religiosidad del pueblo. En su formación y pensamiento ha influido destacados teólogos como el jesuita Karl Rahner, Francis Clooney, Juan Luis Segundo o Víctor Codina.
El padre Manuel Hurtado S.J. comparte en la siguiente entrevista sus expectativas al asumir la presidencia de la Facultad de Teología y como observa los desafíos en esta nueva dinámica de la enseñanza virtual.
Manuel Hurtado M.H.
Universidad Católica Boliviana U.C.B.
U.C.B. ¿Qué actividades ha venido realizando en este último tiempo?
M.H. Me defino como teólogo, esa es mi dedicación principal, soy profesor de teología hace muchos años y he estado enseñando teología en la Facultad de Teología de Cochabamba cuando esta era el Instituto de Teología y Ciencias Religiosas. Luego me ausente varios años a diferentes partes.
He dado clases en la universidad de los jesuitas en Bello Horizonte (Brasil) luego en Paris (Francia) estudiando el doctorado. Posteriormente he estado en Harvard University en Cambridge, (Massachusetts – USA) donde realicé estudios de postdoctorado, luego retorné a Bolivia donde he continuado la enseñanza en la Facultad de Teología. Mi campo de acción es la enseñanza de la Teología Sistemática o conocida como dogmática.
Normalmente, he dictado durante años el tratado de cristología pero también la teología trinitaria, antropología teológica, teología fundamental y actualmente mi campo de investigación aparte de la cristología que es una constante es el de intentar realizar una teología comparativa de las religiones, a ello van mis publicaciones más recientes. Está en proyecto un libro sobre esa temática y sobre todo mi colaboración en el Instituto de Misionología de la Facultad de Teología “San Pablo”.
U.C.B. ¿Cómo conjuga su vida intelectual y mundo de academia y su vida pastoral?
M.H. Desde siempre he procurado conjugar ambas cosas, me entiendo a mi mismo como un teólogo desarrollando un trabajo y apostolado intelectual que es la prioridad, pero ese apostolado intelectual se conjuga y exige al mismo tiempo la relación con una cercanía con la gente, con la religiosidad del pueblo, y desde siempre he tenido un compromiso en parroquias.
He trabajado en el mundo quechua en Tiraque (Valle Alto de Cochabamba, luego en la periferia sud de Cochabamba en la parroquia Santa Vera Cruz y también hace muchos cuando era estudiante jesuita realice por dos años una experiencia fundamental en Charagua en el mundo guaraní.
Todo eso ha confirmado en mi vida esa relación entre la vida intelectual y al mismo tiempo la cercanía con el pueblo de periferia sobre todo la experiencia por 10 años en Bello Horizonte (Brasil) donde he tenido una contribución en los barrios populares de esta ciudad.
La teología la entiendo como esa relación que tiene que volver a la reflexión con el pueblo, nutrirse del pueblo y pensar la palabra de Dios acompañada de la gente del pueblo, eso es lo que enriquece a la iglesia y enriquece el pensamiento teológico.
U.C.B. ¿Qué representa para usted la misión encomendada en la Facultad de Teología?
MH. Es un gran desafío y cambio en el modo de vida porque hasta ahora me he dedicado a la reflexión teológica a la escritura y al servicio pastoral en el mundo de la religiosidad popular y el acompañamiento de comunidades eclesiales. Ahora este trabajo me exige renunciar de alguna manera a tiempos que me da vida, para poder dedicarme en parte a la administración. El rol del presidente de una facultad en tiempo se va a la administración, se va a cuidar la relación con los estudiantes y docentes y el cuidado académico de las cosas.
Es entrar en otro ritmo y lo acepto con tranquilidad, aunque no sin esfuerzo en el sentido que he tenido que ir mas allá de mi amor propio para poder responder al pedido que me hizo el provincial de los jesuitas y que al mismo tiempo respondía al pedido del Gran Canciller de la Universidad Católica Boliviana y de la Facultad de Teología.
U.C.B. ¿En Bolivia es posible hacer teología?
M.H. La respuesta es un sí absoluto. Tenemos teólogos bolivianos desde hace mucho tiempo, desde la época de la colonia; se ha hecho teología y muy buena, por tanto, son generaciones y generaciones que se viene haciendo teología y que está ligado al modo de vida de la Iglesia. Donde hay una comunidad cristiana constituida, donde hay creyentes hay teología a diferentes niveles y diferentes espacios.
También a nivel de una teología académica tenemos en Bolivia muy buenos teólogos. En el Instituto de Misionología tenemos una producción envidiable, probablemente es la sección de la universidad que produce más libros. La teología se está realizando y para muestra basta ver el catálogo de publicaciones que se tiene en el instituto.
U.C.B. ¿Qué teólogos han marcado su pensamiento o línea de acción en el campo de la teología?
M.H. Me he formado en la tradición de la espiritualidad ignaciana que anima a la Compañía de Jesús y anima a todos los ignacianos en otras congregaciones.
Uno de los más importantes que ha marcado mis primeros estudios fue el jesuita Karl Rahner conocido mundialmente que me ha dado líneas importantes. Entre los teólogos latinoamericanos menciono a Juan Luis Segundo, un jesuita uruguayo, otro teólogo que me marco a lo largo de mis estudios fue Jon Sobrino, jesuita que vive en El Salvador. También de manera constante porque he vivido con él durante mucho tiempo es el padre Víctor Codina que me ha enseñado a pensar dentro de la sencillez y la profundidad de las cuestiones de Dios. Otro teólogo ya fallecido fue Fernando Manresa que vivió mucho tiempo en Bolivia y que determino mi propia vida.
Fuera de eso hay otros teólogos importantes que me han acompañado siempre y uno de los que recurro con frecuencia y me acompaña es el alemán Jünger, teólogo protestante reformado que me ha marcado bastante y me ha abierto al pensamiento ecuménico y la necesidad del dialogo. Otro sacerdote teólogo que refiero es el belga Jack Dupuis que me abrió al mundo de lo interreligioso.
Son nombres que considero me han acompañado teológicamente. Y los últimos años ha contribuido mucho un teólogo norteamericano jesuita, Francis Clooney , quien me ha enseñado en muchos momentos a comenzar a realizar teología comparativa con otras culturas.
U.C.B. ¿Cuáles son sus expectativas en este inicio de gestión para la facultad?
M.H. Estoy heredando una tradición en la organización y me debo a mi antecesor el padre Josef Smyksy, que ha dejado todo organizado y debemos seguir la ruta junto con todos los colaboradores de la facultad, por lo tanto, la decisión ha sido continuar la línea de la Universidad Católica Boliviana en la enseñanza virtual y estamos procurando cuidar todo aquello en bien de la comunidad académica.
Al menos este semestre continuaremos de esa manera intentando aprovechar de las plataformas y todo el esfuerzo que se ha hecho para preparar el éxito de este semestre. La pandemia condiciona y a pesar de las facilidades que tenemos la dinámica es dura para los profesores, exigente para los estudiantes y desafiante para los administrativos que tienen que superar una serie de dificultades.
A pesar de eso las cosas van y creo que la calidad no ha disminuido, al contrario, hay un fenómeno donde la exigencia de la preparación de las clases para los profesores ha aumentado y el trabajo ha subido también para los estudiantes. Esta dinámica es como un diálogo de necesidad compartidas y de experiencias puestas en la misma mesa.
U.C.B. ¿Su mensaje a la comunidad académica de la universidad?
M.H. Una facultad de teología tal como la comprende la iglesia es como el corazón de la universidad, sin una facultad de teología una universidad católica le falta algo. Por lo tanto, de una parte, la importancia de la facultad para ella misma es fundamental porque ofrece la formación para presbíteros, laicos, religiosas y gente que quiera estudiar teología o filosofía, pero al mismo tiempo el papel de una facultad de teología para la gran comunidad académica de la universidad cobra una vitalidad impresionante porque el estudio en una universidad católica está como determinada por su relación con la facultad, esto le da el alma y espíritu.
Tanto la Universidad Católica se beneficia de la facultad y la Facultad de la Universidad, yo veo que cuanto mas se profundice la relación y el camino conjunto es una garantía para poder avanzar juntos como iglesia hacia el futuro.
Animo a la comunidad académica de la Facultad y de la U.C.B. a pensar de esa relación fecunda que se establece entre ambas. Sueño con que la Facultad siga avanzando y sueño que la U.C.B.